¿ESTA LLEGANDO EL FIN DE LA ERA DEL LIDERAZGO?
- Cristián
- 25 ene 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 sept 2021
No existe una persona que sea superior a cualquiera de nosotros y a quien le podamos encargar que nos resuelva nuestros problemas.

Nuestra convivencia no es solo racional
Nuestra convivencia no se sostiene en las leyes y en la coerción derivada de estas, sino en nuestra íntima convicción de que tales leyes son justas y necesarias, y que existe una autoridad que representa el bien común.
¿Es esta una convicción racional? No, no llegamos a tal convicción en base al análisis racional, sino que la absorbemos tal como absorbemos toda la cultura: en el contacto interpersonal desde el cual forjamos nuestro lugar en el mundo.
Por esto, la crisis que vemos en las instituciones políticas, policiales, religiosas, empresariales, es solamente otra expresión de una fractura que recorre toda nuestra cultura.
Una profunda fractura
¿Qué se está fracturando? La validez del actual orden social, que nos debiera garantizar a todos cierta protección y derechos, y por el cual hemos estado dispuestos a pagar cierto precio en nuestra autonomía individual.
Para que exista tal orden, es necesario que exista una cierta coerción; por ejemplo, no puedo pasar un semáforo con luz roja, y si lo hago, asumo que seré sancionado. Esto genera la confianza para desplazarme por las calles de la ciudad sin detenerme en todas las esquinas.
Si asumiera que a los demás les da lo mismo cruzar con luz roja, carecería de la confianza en que la luz verde me da el derecho a pasar y a los demás los obliga a detenerse. Pensemos en una sociedad donde a la gente dejó de importarle el significado de las luces en el semáforo y obtendremos una anticipación de la disolución del orden social.
¿Sirve poner más control?
Por esto, la convivencia no se garantiza con más control, con más policías, con más cámaras, con cámaras que vigilan a los que vigilan las cámaras. Ni tampoco con muros.
Hoy, una oleada autoritaria y antidemocrática asola al mundo con discursos xenófobos, racistas, machistas, antidemocráticos, y nuestra convivencia está amenazada por la corrupción, la delincuencia y las enfermedades mentales.
¿Qué soy demasiado alarmista? ¿Ud. habría pensado en campos de concentración para niños inmigrantes en EEUU? ¿Habría pensado en caravanas de hombres, mujeres y niños huyendo de la violencia y la miseria en Centroamérica y Venezuela?
En Chile, la Depresión es la causa del 26% de las licencias médicas, y cada día mueren aproximadamente 4 jóvenes entre 15 y 19 años a causa del Suicidio.
Cambios culturales acelerados
Se trata de problemas altamente complejos, con causas múltiples, dentro las cuales se encuentran el impacto económico y social de la globalización, el predominio del capital financiero sobre el productivo, el comienzo de la robotización, en fin, cambios acelerados que han transformado los procesos productivos y sociales, sin que todavía exista un nuevo orden cultural que lo contenga.
¿Y qué es lo que se transformado en la cultura? Bueno, no es novedad que cite a Zygmunt Bauman, pero cada vez es más cierto: todo se vuelve líquido. Por un lado, mayor tolerancia a la diversidad (de familias, de orientación sexual, de identidad de género, de origen étnico) pero al mismo tiempo, pérdida del sentido de pertenencia, desinterés por la vida en comunidad y desconfianza hacia los otros.
Criticamos con severidad y nos escandaliza la corrupción de políticos, empresarios, militares, policías y de la Iglesia Católica. Y con justa razón: han traicionado la fe pública, aquella confianza que nos hacía creer que, en razón de sus investiduras, ellos resistirían las tentaciones del poder.
Tener poder no te hace mejor persona
Aquí hay una tremenda ilusión: ¿Quién nos dijo que la gente que tenía un poder sin contrapeso ni control se volvía mejor que el resto de los mortales? La verdad es que toda la evidencia histórica ha mostrado una y otra vez lo contrario: el poder no te hace mejor persona.
Esta es la caída cultural, esta es la ruptura insoportable: los que nos gobiernan son iguales a nosotros; No podemos dejarlos a cargo de la casa, porque tienen las mismas flaquezas que nosotros.
Esto no es grato para nadie: preferiríamos creer que nuestras autoridades o líderes son seres superiores, forjados de un material más noble y capaces de resistir las bajas pasiones. Así, podrían quedar a cargo del orden social, mientras nosotros nos dedicamos a nuestros asuntos.
No son mejores que nosotros
Pero no, no son mejores que nosotros ¿ahora que hacemos? ¿a quién le encargamos el cuidado la convivencia?
Si creemos que deben ser otros quienes deben hacerse cargo, podríamos confiar un líder fuerte que con mano dura se encargue de poner orden.
Si en cambio creemos que cada uno de nosotros construye sus espacios de convivencia, el camino es salirse del paradigma binario líder-seguidor, y asumir una conducta responsable donde yo también soy el líder de los cambios que quiero que ocurran en mi entorno.
La solución binaria es el problema
Pienso que las soluciones binarias son el problema: mientras estemos buscando culpables a quienes cargar con todo el peso de los conflictos, solamente estaremos perpetuando las oscilaciones del péndulo, sin ir al fondo.
Y ¿cuál es el fondo? El fondo es que cada uno de nosotros es responsable de su contexto de convivencia; que nuestros problemas no se originan en que hay malos líderes, que no se trata de cambiar a un general, a un gerente, un presidente, y las cosas se mejoran. Esa ilusión ya no sirve..
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