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¿NUESTRA CONVIVENCIA SE BASA EN MAS VIGILANCIA?

  • Cristián
  • 12 nov 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 9 may 2021

Poner más cámaras de vigilancia no debiera sustituir la enseñanza activa y sistemática del cuidado del espacio común.




En Chile, la Encuesta Bicentenario 2018 reveló que el 85% de las personas está de acuerdo en que existan cámaras de vigilancia en lugares públicos


La convivencia humana se basa en dos poderosas fuerzas contrapuestas: el control y el compromiso.


Las reglas sin fundamentales

Las reglas han posibilitado la resolución de los conflictos en base a la razón y han permitido la vida social, el intercambio económico, y el respeto hacia la diversidad.

Esto está inscrito en nuestra biología: nuestro cerebro funciona de una manera más racional en la medida en no percibe incertidumbre.


Somos más capaces de razonar, de percibir los matices, de articular soluciones creativas, en la medida en que ciertas zonas del cerebro (la más famosa: la Amígdala, parte del Sistema Límbico) no se activan al estar en una situación de incertidumbre o amenaza.


Aunque hemos avanzado mucho en visibilizar aquellas transgresiones que antes eran “privadas” (la violencia en la pareja, el abuso sexual contra los niños, la corrupción de funcionarios públicos, la colusión de empresas privadas), tenemos que asumir que el control tiene sus límites: no existe un Estado que pueda llegar a cada rincón y vigilar a cada ciudadano.


La fuerza del compromiso

La segunda gran fuerza que posibilita nuestra convivencia es el compromiso: no me detengo en la luz roja porque hay una cámara de vigilancia, sino me detengo porque asumo que eso es lo correcto, que esta es mi contribución a que funcione el sistema.

Si no existe compromiso con las normas de convivencia, si -como individuo- no he logrado internalizar que soy responsable no solamente de satisfacer mis necesidades y aspiraciones, sino de cuidar lo colectivo, no habrán cámaras de vigilancia que nos protejan.


Espero que tomemos en serio el problema, y que no se lo entreguemos a quienes proponen las soluciones simplificadoras que surgen del miedo y de la rabia: expulsémoslos, encarcelémoslos, matémoslos!


No me opongo a las cámaras

Lo aclaro: no me opongo a las cámaras de vigilancia, me opongo a que depositemos solamente en el Control la protección de nuestra convivencia. ¿Qué pasa con el compromiso por cuidar lo colectivo?

¿Dónde está este tema en la agenda pública? ¿Quién habla de la responsabilidad de todas las personas por cuidar los bienes comunes?


Si no somos capaces de alentar el compromiso de los integrantes de una comunidad con el destino común, por más medidas de control que apliquemos, no lograremos enfrentar los cruciales dilemas de la transición cultural que vivimos.


Yo digo que no bastan las cámaras; además de ser vistos, tenemos que enseñar a ver.

 
 
 

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